Giro inesperado [11/03/2180] (entrada a la Valkyrie)

Enfundó el arma de gran calibre en su espalda, dejando libres ambas manos para arrastrar el cuerpo sin cabeza hasta el vacío de los muelles y proceder igual que su volador compañero. Lo lanzó sin esfuerzo, viendo como la mortaja de carne muerta y sanguinolenta esparcía su sangre como una lluvia roja al tiempo que su cadáver chocaba con las naves de niveles inferiores. Al menos con aquello borraría todo rastro de lo que en ese muelle acababa de ocurrir por el margen suficiente para poder maniobrar con seguridad. No debía confiarse, sabía que debía ser rápido si deseaba obtener lo que quería.

Avanzaba por los anchos corredores de los muelles, oteando sin perder de vista la nave con el nombre de Valkyrie en su fuselaje. El pesado ruido metálico de sus pasos resonaba como un eco mudo en la lejanía debido a su peso y corpulencia, no dejando inadvertida su presencia. Fuera de la aeronave se hallaba un drell con la mirada vacía y la piel escamada de tono celeste que le observaba en silencio. Turak se acercó, agitando un par de veces sus fosas nasales al aire, y percibiendo un ligero aroma en el extraño, la esencia de quién andaba buscando. Se paró en seco, cerca del azulado, ensombreciendo con su colosal figura su, en comparación, ridículo cuerpo.

- Tú, haz saber a tu capitán que le andan buscando y que si es listo, me recibirá sin perder el tiempo. - comentó irguiéndose y fijando las pupilas afiladas reptilianas en los orbes negros de aquél don nadie.

Miró de reojo a su diestra, comprobando que entre la inmensa cantidad de cajas y arcones, había algunas que aunque desapercibidas para el resto, Turak reconocía por su logotipo, sabiendo que aquello facilitaría las cosas.

Winters se había recluído por unos momentos en su cabina, para poner en orden sus ideas y repasar mentalmente todo lo que había salido a debatir en la reunión. La idea de la fuga se había descartado prácticamente, no solo porque seguramente la huída sería violenta y con claras dificultades, sino también porque a Winters no le agradaba la idea de abandonar la estación justo después de perder a tres miembros. Simplemente, no iba a hacerlo. Estuvo a punto de prepararse una ducha e intentar dejar todo lo pasado en aquel duro día atrás, pero cambió de decisión y, a sabiendas de que aún quedaba mucha noche por delante, prefirió mantenerse sucio e incómodo. Evitar relajarse, distraerse. Había bajado hasta la armería y, bajo la atenta mirada de Orphen que ya se encontraba allí, comenzó a limpiar todas y cada una de las armas con las que se cruzó. El turiano ya había desmontado y preparado unas cuántas, pero encontró en el capitán un ayudante eficiente y silencioso, que sin abrir la boca fue desmontando y engrasando todo fusil que llegaba a sus manos, colocando con cuidado los sumideros en la mesa y comprobando con cargadores de prueba que todo funcionaba correctamente en cada recarga.

Y entonces le llegó la noticia a través de su omniherramienta. El turiano había insistido en acudir, pero Winters tan solo le concedió el que se mantuviera a una distancia prudencial. Con las manos aún manchadas de aceite, comprobó el último fusil de combate que había mimado y lo colgó en la funda correspondiente, situada en su espalda. La pistola ya la llevaba a un lado de la cintura, como siempre. No pasó demasiado tiempo hasta que ambos se encaminaron hacia el exterior de la nave.

El primero en aparecer fue Orphen, que se situó a un lado de la entrada, desde la altura que le proporcionaba la entrada trasera del almacén de la nave, y pocos instantes después apareció el capitán, bajando con paso decidido por la rampa. Esta vez la Valkyrie no había atracado en uno de los puentes que daban directamente al espacio, manteniendo la nave suspendida y unida por el pasillo de la entrada del nivel 2, sino que había entrado dentro de los hangares de la estación, en la propia atmósfera y gravedad de esta, y se encontraba reposando pesadamente sobre una de las pistas de aterrizaje, con la rampa trasera como unida entrada. Oteó por unos instantes la escena, encontrando a Iser delante de un descomunal krogan. Ya sabía, o creía saber, por qué razón se encontraba aquel tipejo aquí.

- Dile al gilipollas de tu jefe que las 24 horas que estipuló son autoimpuestas, ya le dejé claro que no necesitaba tanto tiempo para darle una respuesta. Así que o bien el muy imbécil se ha olvidado de como contar o tiene algo más que decir. - Había hablado mientras bajaba por la rampa, y se colocó frente al krogan. Ya desde lejos podía apreciar su inmenso tamaño en comparación con el del drell, y no iba a negar que se sorprendió cuando se puso a su altura y comprobó que era más grande de lo que ya de por sí parecía. Era curioso, teniendo en cuenta lo pequeño que era Garra Negra incluso entre los suyos. Con un claro deje de desdén en su rostro, observó directamente al cicatrizado krogan y, lanzando una furtiva mirada alrededor para comprobar que venía solo, centró toda su atención en él. - ¿Acaso ha entrado en razón? Lo veo poco probable.

El drell no se demoró en hacer llamar a su superior a través de su omniherramiento, procurando la citación que deseaba el krogan. Turak no pudo evitar reírse por las palabras en tono de advertencia del azulado, mostrando las afiladas hileras de dientes en ello, ante semejante ridiculez. Entendía la posición y las medidas pertinentes para asegurar su supervivencia, pero el gigante no había encontrado aún aquél que le plantase cara y siguiera de una pieza para recordarlo.

- Me gustaría ver como lo intentas sin el arma que buscas. - provocó sin esforzarse en disimularlo, pasando de largo y golpeándolo a su paso con el brazo, avanzando pesadamente hasta donde el capitán de aquella nave le recibiría.

Miraba fijamente hacia la puerta de acceso a la bodega de la aeronave, fijándose de vez en cuando en el alijo que descansaba en el muelle y comprobando que no había anomalía alguna en el devenir de los acontecimientos. Todo transcurría según lo establecido, sin percances que obstaculizaran su flujo. Estoico en su puesto, vio venir a dos figuras: la primera en aparecer era un turiano que se posicionó en el lateral de la salida, guardándola como un centinela y al cabo de unos instantes apareció el humano con el título de capitán de la Valkyrie, Winters. Se acercó al krogan, molesto e iracundo por la condiciones que le había impuesto Garra debido a la mercancía extraviada. Turak apretó las facciones, enarcando los labios y revelando la afilada dentadura reflejando la hostilidad vertida desde que llegó. La diestra del gigante voló hacia el peto del humano, agarrándolo como un saco hacia él hasta que una vez lo tuvo cerca, le gruño guturalmente, haciendo que su cuerpo vibrase con fuerza.

- No pongas a prueba mi paciencia, humano. Podría acabar con vosotros tres sin ningún rasguño y aún así tu patético orgullo te impediría ver que no vengo en su nombre. Tus asuntos con él me importan menos que una mierda de pyjak, no lo dudes. Pero si aún quieres salir de una pieza de Omega, vas a dejarme pasar al interior de tu nave, me vas a escuchar y entonces cerraremos el trato que te ofreceré. Si eres listo, lo aceptarás. - amenazó, casi elevándolo del suelo para que no pudiera ver otra cosa que no fueran los reptilianos ojos azules del krogan y sentir como aún gruñía, casi como si fuera a desatar todo su potencial destructivo. Lo único que hizo fue soltarle, separarlo de él y observar sin ningún tipo de importancia a los hombres que debían cubrirle las espaldas por medidas de seguridad.

En su charlatanería no había estado previsor, y aunque poco pudo hacer contra la fuerza del krogan al sujetarle de la armadura, si que pudo notar la tensión del drell detrás del tipo y, sin hacerle falta girar la cabeza, el cómo Orphe alzaba su arma y apuntaba directamente contra él. Aún con esas, Winters había movido una de sus manos y, sin alzarla, la mantuvo a una media distancia entre su hombro y su cintura, indicándoles a los demás que aguardasen. No era la primera vez que se las veía con las bravuconadas de un krogan, y por muy amenazantes que fueran los gruñidos de aquel, se encargaría de que tampoco sería la última. Y se sorprendió, no solo por su reacción sino también por lo que decía. Si sus palabras eran ciertas, no venía de parte de Garra Negra y, por alguna razón, tenía alguna especie de trato de cerrar con él en privado. Si, y un cuerno. Winters había tenido suficiente de eso. Le mantuvo la mirada al krogan, con el ceño fruncido, viendo como su hilera de dientes bailaba hacia arriba y hacia abajo, descubiertos en su mejilla izquierda, mientras hablaba.

Bastó que estuviera de nuevo libre y que sus pies tocaran completamente el suelo para, él mismo, agarrar con su mano izquierda manchada de aceite una de las escamas sobresalientes del enorme caparazón que cubría la testa del alienígena. Sus dedos se cerraron con fuerza, como los que intentan desesperadamente agarrarse a un saliente para no caer al vacío, y con la fuerza ejercida la frente del humano salió despedida contra su férrea cara. El golpe, sin llegar a ser tremendo, no evitó que un sonido ronco, casi hueco, resonara en la rampa y parte del hangar. La propia cabeza del humano retumbaba, como si acabaran de exprimirla dos enormes manazas. Ahora era casi el humano quién obligaba al krogan a inclinarse ligeramente para ponerse a la altura de su interlocutor, que aún así, se encontraba de puntillas.

- Entonces no pongas a prueba también la mía, lagartija. - Sus ojos se habían vuelto a clavar en las reptilianas pupilas de Turak, pero esta vez de una manera diferente. Su ceño se fruncía casi en exceso y, ahora, brillaban de la misma manera que la de aquel que sabe que está jugando a un juego que difícilmente podría ganar. De aquel que, aún con mucho que perder, lo está apostando todo. - Puedo imaginarme al tipo de calaña al que te has acostumbrado en este estercolero, pero ni se te ocurra compararlos conmigo o con los dos que me acompañan. No serías el primero que comete ese error. Si no estás aquí de parte de Garra Negra, entonces te recomiendo que dejes tus bravuconadas junto a esas cajas de ahí y entonces, tal vez entonces, te deje subir esa rampa y escuche lo que hayas venido a decir.

Podía notar el fuerte aliento del krogan, al igual que seguramente él podía notar el suyo propio. Su vista, a pesar de que se había nublado ligeramente por el golpe, se había recobrado por completo y sus pupilas seguían clavadas en los enormes ojos verdosos. Su mano derecha, retrasada, estaba visibilemente apoyada en el mango de la pistola de su cinto, no se molestaba en ocultarle el gesto al krogan.

- Créeme, no me has pillado en un buen día. Así que, si eres listo, aceptarás esas condiciones.

Un fino hilo de sangre cruzó la frente del capitán mientras terminaba de decir aquello último, deteniendo su avance en su ceja derecha.

Spoiler:

La advertencia pasó inadvertida para los oídos del humano, que neciamente había decidido tratar con el gigante de un modo tan desaprensivo. No solo ignoraba la petición con la que había venido a pactar, contaba con ello sabiendo las raíces que lo vinculaban a la montaña de escoria que anidaba en Omega, pero en la previsión del krogan por todas las opciones que podrían ocurrirle con aquél encuentro, ocurrió lo inverosímil. El humano, en un acopio de arrogancia, temeridad y orgullo, propinó un sonoro cabezazo a pesar de la diferencia de estatura entre ambos. Mientras el capitán de la nave se recuperaba de semejante impacto, Turak trató de asimilar el porqué de aquél gesto, aún a sabiendas que no tenía la fuerza necesaria como para hacer mella en su acorazado cráneo.

Escuchó palabra por palabra, sin reflejar en su semblante reptiliano ninguna expresión o emoción. Solo guardo silencio mientras las palabras de Winters salían de su boca, al igual que la sangre emanaba por su rostro severo y molesto por culpa de la estúpida bravuconada. La tensión y la alerta se podían cortar con un cuchillo, al krogan solo le bastaba elevar la mirada hacia arriba para ver al turiano apuntándole e incluso al drell preparándose para lo peor. Él estaba relajado, confiado, no era algo con lo que no hubiera tenido que lidiar. Pero el ver aquella comitiva, a aquél hombre y tratar de sobreponerse a él, afianzó su convicción. Demostraban ser lo que eran: un montón de idiotas sin nada a lo que agarrarse, meramente insignificantes.

De la marcada garganta de Turak, comenzó a borbotar una profunda risa que poco a poco iba creciendo. Sin duda, lo que representaba aquella manada de dementes y su líder le provocaba gracia. No son capaces de ofrecerme más, se repetía una y otra vez en su cabeza.

- Garra tenía razón, no sois nada más que una panda de inútiles. Antes de abrir la boca, te aconsejo que pienses mejor las cosas. No tienes idea de la gente con la que he tenido que lidiar en este "estercolero". - gruñó ante la presunción del humano, reflejando resquemor en el duelo de miradas que sostenían. - Sé inteligente y no dejes a un lado la gran oportunidad que vengo a proponerte. Tengo información que te puede interesar y sería una lástima que la desechases. No querríamos que hicieras lo mismo que con tu amigo, ¿verdad? - sugirió confiado de lo que hacía o decía, apostando todo con aquél comentario.

Elevó su siniestra, activando un código de su omniherramienta y para sorpresa de los presentes, una de las cajas metálicas abrió la tapa que guardaba el contenido de su interior. Turak sin inmutarse por el hecho de su cabeza aún estaba en la mira del turiano, se movió hasta donde se encontraba ésta y con sumo cuidado extrajo un paquete sellado de un tamaño no demasiado grande, para brindárselo en mano al sangrante capitán.

- Estoy seguro que eso te sonará de algo. - mostró el krogan a Winters, revelando que era una de las muchas que había, algo que le debería ser familiar al humano pues era el motivo que los había empujado a él y a su tripulación a viajar a Omega.

Ya había soltado la cresta del krogan y separado su frente de la suya cuando el krogan comenzó a soltar su gutural risa y comenzaba a gruñir su respuesta. Le importasen o no sus asuntos con Garra Negra, afirmaba conocerlo e incluso haber hablado con él acerca de ellos. Su relación estaba más que clara, por lo que seguía preguntándose... ¿Cuál era la razón de que estuviera aquí, sino era para hacerles llegar cualquier cosa del jefe criminal? El krogan seguía con sus bravuconadas, por lo que Winters se limitó a escucharlas haciendo oídos sordos a cualquier desprecio que pudiera salir de su enorme boca y simplemente se pasó el dorso de la manchada mano por la frente, apartando la pequeña gota de sangre que había decidido bajar rauda de entre su cabellera.

Cuando el krogan se dió la vuelta hacia las cajas, Winters le hizo un gesto con la mano a Oprhen, para que bajase el arma. La mano del capitán seguía en el mango de la pistola, y con un gesto tranquilo y despreocupado la desenfundó y se la tendió a Iser, cuando pasó por su lado al decidirse por seguir al krogan en la poca distancia que les separaba del cargamento que llevaba con él. De nada le servía tener al drell intranquilo, no parecía que fuesen a llegar a un enfrentamiento armado pero el hecho de que ahora tuviera entre sus dedos un arma con la que plantar cara le tranquilizaría y, de seguro, ayudaría a Winters a mantener todo aquello de la manera más pacífica posible. Dejando a un lado, claro, los cabezazos y las amenazas vacías.

En el momento en que los ojos del humano se centraron en lo que le mostraba el krogan, su ceño se frunció. Lo sabía.

- No sé a qué tipo de juego estáis jugando tú y Garra Negra... - Dijo, mientras todavía miraba aquello. Poco a poco, sus ojos pasaron de las manos del alienígena hasta de nuevo sus verdosos ojos. Sujetó el mismo lo que le tendía, echandole un nuevo vistazo. - El piloto fue la excusa perfecta, no necesitabais nada más. Perderíamos nuestro tiempo buscándole y, para entonces, ya tendríais en vuestro poder la mercancía que os correspondía en secreto y la oportunidad de hacernos responsables de una compensación. - Aquella mercancía no valía lo que una nave, eso lo sabía Winters y lo sabía Garra Negra. Muy seguro debía de estar de salir ganando de todo aquello. - Pero entonces... ¿Por qué ese interés en la Valkyrie?

No es que estuviera atando cabos en voz alta, su pregunta resultó totalmente retórica y desprovista de verdadera curiosidad. Para él, aquel krogan aún representaba a su recién declarado enemigo y mucho que declarara venir con algún tipo de pacto o acuerdo, la semilla de la desconfianza era inevitable en el capitán. Le lanzó lo que sostenía en las manos a Isher, que lo agarró al vuelo y lo observó con relativo asombro, dentro de la frialdad del drell, al comprobar de qué se trataba.

- Vamos dentro. - Le dijo al krogan, al tiempo que se giraba y le hacía un gesto con la cabeza. Isher se mantendría donde estaba con la mercancía que tenían delante de la rampa, y una vez en la bodega de la nave, lejos de oídos indiscretos y, donde el krogan quería, dentro de la nave... escuchar qué demonios hacía él allí. Distraídamente, mientras caminaba y escuchando ya tras de sí las fuertes y seguras pisadas del krogan, escribió distraídamente en su omniherramienta. Directamente hacia la de Isher.


Comenzó a subir la rampa, pasando ahora por al lado del turiano al que, al no dirigirle ningún gesto, se quedó donde manteniéndole la mirada al enorme krogan que se adentraba junto al capitán en la nave. Una vez en el centro de la bodega, con la rampa abierta al fondo y la entrada del elevador más adelante, el capitán se giró y encaró de nuevo al alienígena, cruzándose de brazos y con el ceño aún fruncido.

- Tú dirás.

Reconocía la semilla de la incertidumbre, la desconfianza y sobre todo el orgullo herido que ahora manaba en todo el ambiente que rodeaba a los cuatros allí presentes. El turiano seguía con el arma preparada por seguridad de lo que fuera a hacer el extraño y el drell rápidamente se le unió una vez que tuvo la pistola del capitán en sus manos. El krogan respiraba tranquilo, bastante más calmado que cuando compartieron las primeras palabras él y Winters, manteniendo la postura ante el amago de amenaza que trataban de mostrar aquél pintoresco trío. Sabía que debía dar algo de tiempo a que el cerebro del humano asimilase la situación tan extraña en la que le había involucrado, más aún por la conmoción de aquél golpe contra su cráneo.

Y tal como esperaba, en un arrebato de lucidez, fue invitado a pasar al interior de la Valkyrie donde la reunión se podría dar a cabo al margen de los innumerables ojos que vigilaban cada rincón de Omega. Turak siguió de cerca con paso pesado al capitán, dejando de lado al drell y al turiano, mostrando una indiferencia absoluta por ellos conforme los adelantaba. Observaba el interior de la nave, escudriñando algo que pudiera suscitar su interés, pero el intento fue en vano. La bodega de carga no albergaba nada que llamase su atención, ni siquiera la propia nave en sí misma podría cumplir con las expectativas del krogan. Winters se detuvo, esperando lo que vino a ofrecerle, aún con el rostro fruncido por lo que él había catalogado como un "mal día".

- Ahora que empezamos a entendernos. Soy Turak y si queréis salir de Omega en vuestra nave, verás provechoso lo que vengo a ofrecerte. Garra organizó todo para poder obtener la mercancía que traíais, tomarla a través de uno de tus subordinados y además, echarle el guante a vuestra nave. ¿El porqué? No tengo ni idea, pero siempre ha sido un tapón codicioso. - explicó el krogan, confirmando las sospechas de Winters con la información que le proporcionaba. - Si quieres salir vivo y con tu nave de Omega, te propongo que te unas a mí para ajustar cuentas pendientes con él. Sé donde se encuentra, como llegar hasta él y despachar a la carroña que lo escolta. Lo único que pido a cambio, es una plaza aquí en la Valkyrie con la cabeza de Garra Negra como recuerdo. Solo necesito una respuesta Winters, ¿hay trato o no? - terminó de exponer las condiciones y términos de aquél pacto que había empujado al krogan a hablar con el humano.

Turak. Tal vez había oído hablar de él, pero si así era, no recordaba los detalles. No eran pocos los tipos duros y sicarios de los que se rodeaba Garra Negra, así que no sería inesperado encontrar ciertas personalidades de aquel submundo de por medio. Como ya había empezado a sospechar, aquello había sido desde el principio una treta, una treta que se había cobrado la vida de Darren y la pérdida de varios miembros de la tripulación. Si aquello iba enserio, se abrían ante el capitán multitud de posibilidades... pero claro, tenía que ser cierto. Tenía que confiar en aquel tipo. Se quedó unos instantes en silencio, como sopesando lo que le decía.

- Ponte en mi lugar por un momento, aparece un asociado de un jefe criminal, conocido precisamente por sus tretas y sus artimañas... proponiendo esto. No puedo evitar que me huela mal, no solo está en juego mi integridad, si no la del resto de los míos. - Aunque no sabía si el pragmatismo de un krogan daría para tanto, estaba seguro de que sabía a qué se refería. Lo que seguía cruzando por su mente era la razón de aquel interés en la Valkyrie por parte de Garra Negra. No sabía si se trataba de un simple capricho para restregar ante los morros del viejo que poseía su antigua nave, algún tipo de demostración de poder sobre él, o qué. Ahora era su nave, la Valkyrie, y ahí se acababa todo. El nombre y la función que tuviera en manos de Creed ya poco debía importante a nadie. - Supongo que... mira, hace tiempo conocí a un tipo que me dijo; "Solo cuando una abeja se te posa en las pelotas, te das cuenta de que no todo en la vida se soluciona con la violencia". - Esto último lo dijo en clara analogía de que la disputa entre Turak y Winters tenía que desaparecer si querían que aquello de verdad funcionase. Parecía que el tacto y las buenas formas no estaban implícitas en ninguno de los dos, pero era algo que debían de dejar a un lado por esta vez. - Estoy dispuesto a proporcionarte un puesto en esta nave y a ayudarte a deshacerte de ese hijo de puta, si eso nos permite a mí a los míos salir de aquí. Voy a serte sincero, la mercancía ya me da igual. Lo que más me interesa es ver a Garra Negra incapaz de cazarnos o mejor aún, muerto. Y esto último es algo que nos interesa a ambos. Si crees que tenemos posibilidades de cortar la cabeza de la serpiente en un solo movimiento... entonces hagámoslo.

Tal vez se estuviera precipitando, pero ya incluso comenzaba a trazar algunos planes para asegurar una huida rápida y lo más limpia posible. Si tenían éxito, la tripulación de la Valkyrie aún tenía futuro. Si no, daba igual. Solo sería cuestión de tiempo que se vieran sobrepasados. Se pasó la lengua por las muelas, aún dubitativo. Iban a necesitar toda la suerte del mundo y mucha ayuda diplomática una vez abandonasen el asteroide, si querían volver a atracar algún día. La rabieta de T'Loak podía ser considerable. Pero lo que era la operación... maldita sea, no era la primera vez que hacían algo parecido. O incluso peor. El simple recuerdo de Metgos le llenó de la seguridad que necesitaba para afrontar lo que estaba por venir.

- Hay trato, Turak. Pero si vamos a hacer equipo, tendremos que revisar una serie de puntos. - Afirmó con la cabeza respondiendo al enorme krogan, al tiempo que cambiaba el peso de una pierna a otra. - Y toda la información que puedas darnos de Garra Negra.

El krogan no apartaba la mirada de su anfitrión, reflejando como el rostro se le torcía con las primeras impresiones del capitán. No decía nada errado, era más que acertada la afirmación y la sospecha, pero eso no le servía de nada. Debía dar el brazo a torcer si quería llegar a algún tipo de negociación, y lo más importante, asegurar su pasaje entre los tripulantes del humano. En otras circunstancias y con más tiempo, no habría tenido problemas para enrolarse en otra nave y encontrar el modo de salir, pero las circunstancias le apremiaban y Winters era la vía más rápida para ello. Gruñó y resopló indignado.

- Te recuerdo que no eres el único que se está jugando el cuello aquí. Si Garra sabe de esto, no dudará en buscarme y acabar conmigo, aunque me encantaría ver cómo lo intenta. - rió con ésto último, imaginándose la cómica situación que se formaba en su cabeza. No dio demasiada cuenta a la "ocurrente" anécdota del humano, encontrándola vacía a sus oídos ya que desde que pisó por primera vez Omega, raro fue el día que acababa sin terminar con las manos manchadas en sangre. Eso allí era ley, sólo el más fuerte sobrevive y el débil acababa siendo arrojado a alguna compuerta de despresurización. - Bien, espero que cumplas tu palabra como yo lo haré con la mía, si no deseas acabar mal. Si vamos acabar con ese hijo de puta, no disponemos de mucho tiempo si queremos que todo salga bien. - añadió Turak escueto, queriendo aventajar todo lo posible en la cuenta atrás que les alcanzaba a él y a sus recién allegados.

Se acercó su omni, tecleando unos segundos en su brazalete hasta que desplegó en el centro de la sala un holograma bastante grande que iluminaba de color naranja toda la bodega de carga y a aquellos que en su interior se encontraban.


- Esta es una imagen de uno de los respiraderos angulares del distrito Kenzo. Junto al resto de los que hay repartidos en la estación son los que hacen que todo Omega pueda respirar. La guarida de Garra se encuentra justo aquí, en una de las salidas de los accesos superiores. Solo pueden entrar en él los que están bajo su mando y bajo un riguroso control. La vigilancia es bastante fuerte teniendo en cuenta que allí es donde guardan la mayoría de los cargamentos con los que trabajan y donde él pasa la mayor parte de su tiempo. - afirmó contundente, mostrando y señalando en el holograma general, dejando que su omni desglosase el plano de la base con un solo click del krogan.


- Ésta es la entrada y salida al hangar, abajo a la derecha. Al fondo se encuentra la armería, donde Garra guarda todo aquello que roba, trafica, vende o colecciona, capaz de convertir a cualquiera en una pulpa de carne y hueso moribunda. La sala central es donde suele reunirse con sus subordinados y la antecámara que se encuentra arriba de ésta, es su despacho privado. Las cuatro cámaras que se encuentran a la izquierda son almacenes y bodegas donde guardan el resto de la mercancía, la más importante o la más urgente de entregar. Es un bunker blindado y aclimatado para un posible contratiempo. Entrar ahí, sería una estupidez que nos costaría la vida. - gruñó el gigante, moviéndose a un lado y a otro lento sin apartar la vista del mapa. - El único modo que hay de lograrlo, es sacarlo de ahí, donde su ejército y sus defensas no le servirán de nada. Podrías hacerle saber que aceptas entregarle la nave, es arriesgado, pero la avaricia le puede demasiado como para no morder ese cebo. Con seguridad irá escoltado, incluyéndome a mí, pero serán unos pocos comparados a lo que tendríamos que encarar en su base. Ahí le daremos caza. - propuso tras deliberarlo un instante, casi afirmando que era el único modo de conseguir su objetivo.

El humano se cruzó de brazos mientras observaba interesado el holograma que aparecía en el antebrazo del krogan. Ellos habían estado, no hacía demasiado, cerca de esa guarida, posiblemente en uno de sus almacenes señuelo, muy utilizado por ese tipo de gente. Se había adentrado en su territorio, pero no había ahodado en él y, ni muchísimo menos, llegado a poner un pie dentro del búnker que le estaba mostrado el mercenario. A medida que éste le iba explicando iba pensando más y más en que aquello resultaba una auténtica locura. Más le valía tener un as en la manga o asomar los hocicos por allí era, sin lugar a dudas, casi peor que esperar a que él viniese a por ellos. Asintió con la cabeza de acuerdo cuando el krogan expuso sus dudas al respecto de que meterse allí fuera buena idea y siguió haciéndolo cuando expuso también su idea. Era lo que también comenzaba a rondarle a él y sin duda la mejor opción, dentro de lo malo que es de por sí cabrear a un criminal del calibre.

- Ya le dejé claro a ese bastardo que no iba a entregarle la nave, y creo que por desgracia, me creía. Puedo achacar mi cambio de decisión por la reciente pérdida de tres de mis tripulantes, pero si no lo hago con quejas y resistencia, no morderá el anzuelo. - Se pasó la mano, todavía manchada de aceite negro ya seco, por la barbilla, haciedo raspar su barba poco poblada. - Podríamos traerlo aquí. Solo hay dos maneras de llegar a este hangar, a través de aerodeslizador o por los pasillos de la estación de hangares. Si lograsemos impedirle ambas salidas una vez se encontrase aquí, tendríamos alguna posibilidad. Y tendríamos que dejar este asteroide tan rápido como para que en poco más de minutos ya fuesemos una estela más en el espacio.

No tenían muchos efectivos como tal, y si de verdad tenían que salir de allí, aún tenían pendiente el pirateo de la terminal de aquella sección. Un enfrentamiento cara a cara podía salir muy mal si se alargaba más de la cuenta; les daba la oportunidad de pedir refuerzos y, como es bien sabido, a resistencia pocos les ganan a los krogan. Por mucho que ellos tuvieran a uno de su parte. Tenía que ser un golpe fortuito, certero, y todo debía de acabar lo antes posible. Preparar el terreno con antelación sería primordial.

- Necesitaré comunicárselo al resto de la tripulación esta misma noche. Si no puedes desaparecer por mucho tiempo más, entonces les hablaré del plan sin tí. - Había empezado a caminar hacia la salida del nivel, de nuevo hacia la rampa y donde aguardaba Orphen, que no les había quitado el ojo de encima mientras observaba también el trabajo de inspección del drell. Observó las cajas por un momento, mientras se detenía junto al turiano aún seguido del krogan. - Esa mercancía, la que tantos problemas nos ha causado... ¿Qué es lo que portan?

Lanzó la pregunta al aire, para que el krogan, en caso de saberlo, le respondiera. Aunque ya poco le importase, no podía sentir cierta curiosidad por saber qué demonios tenía esa mercancía. Seguramente no fuera nada importante, lo valioso era la trampa que desencadenaría. Pero, si no perdía ni tiempo ni esfuerzo en averiguarlo...

La explicación había sido más larga de lo que le habría gustado a Turak, pero si deseaba salir airoso de aquél atolladero en el que aquél grupo se había metido, tenía que hacer lo posible para que todo saliera bien. De un único y contundente golpe, o los que necesitase la enorme y chata cabeza de Garra. Ese era un placer que se tenía reservado para sí mismo. Apagó el holomisor de su omni, cesando la charla sobre lo que pensaba para despachar a su jefe y dejando margen al humano para que lo asimilase.

- No importa como lo hagas. Cuando hables con él, trata de sonar convincente y dale el cebo que esté dispuesto a morder. Una vez esté fuera de la base, será cuestión de minutos que su cuerpo se convierta en tarea de los cuidadores. Yo trataré de que no escape, pero espero que tú y tu equipo podáis cerrarle la salida. Confío en que el nuevo piloto nos pueda sacar de aquí rápido. - añadió sin más el krogan a lo primero, no viendo la necesidad de redundar en lo obvio.

Turak observaba al capitán meditar las opciones, aunque no hubieran demasiadas, con el rostro torcido esperando la respuesta que debía y quería escuchar. Su paciencia estaba alcanzando su límite y el tiempo se le echaba encima. Desde su partida de la base, Garra se estaría preguntando donde estaba y si quería ahorrarse un interrogatorio demasiado prolongado o exhaustivo, debía regresar donde éste le tuviese controlado. No le hacía demasiada gracia, gruñía con solo pensarlo, pero el fin estaba próximo.

- No estoy para aquí para socializar con tu tripulación, haz lo que veas pertinente si eso logra ... motivarlos. Cambiaré de opinión cuando vea los que vuelven de nuestra particular reunión. Garra debe estar preguntándose donde estoy y no quiero que empiece a sospechar antes de tiempo... - añadió ronco y gutural, volviendo a fijar la mirada en el turiano que aún mantenía los ojos fijos en él, como único modo de seguridad entre el krogan y su capitán. Winters andaba hacia la rampa, preguntando por la mercancía, a lo que el krogan de un modo directo respondió. - Tienes algo que me pertenece... - gruñó inquisitivo Turak, tendiendo la mano para que le dieran aquello que que el subalterno del humano le había confiscado, devolviéndoselo con recelo y cara de muy pocos amigos.

El gigante la tomó sin demasiado tacto, llevándosela cerca de una caja del interior de la bodega para poder abrirla con mayor facilidad. Cuando fue a abrirlas observó que el cierre no tenía combinación ni nada, pero tampoco era muy difícil de abrir. Al abrirlo descubrió un dispositivo de dos cilindros junto a un sistema de encendido, protegidos por una espuma por dentro de éste. No tenía ni la menor idea de lo que se trataba, pero sabía que Garra mostraba un especial interés en lo que fuera esto. Si sus sospechas eran ciertas, aquellas maletas no auguraban nada bueno para Omega y todo el que estuviera en ella.

Le hizo una seña al drell para que se lo devolviera, mientras miraba con interés como el krogan abría la caja. Frunció el ceño, mientras Iser y Orphen acercaban sus cabezas para observar también con curiosidad de qué se trataba aquello que tantos quebraderos de cabeza estaba causándoles. Era un tipo de dispositivo que no había visto antes, mucho menos con aquel extraño color azulado en su interior, a Winters casi le recordó a las ondas de energía que generaban los relées de masa.

- ¿Sabes qué cojones es eso? - Le preguntó al krogan, y luego observó los rostros de sus dos tripulantes para encontrar tanta incertidumbre como en el suyo propio. - Así de primeras diría que se trata de algún tipo de explosivo, pero... nunca había visto una distribución semejante. Y tampoco ese extraño contenido... no tengo mucho conocimiento de explosivos pero me da en la nariz que ese sistema de activación no está de adorno.

Si todas aquellas cajas estaban hasta arriba del mismo producto, debía de haber decenas de aquel extraño dispositivo. Y de tratarse de verdad de algún tipo de arma, el jefe criminal las estaría reuniendo para algo... algo gordo. No tenía mucho sentido que echase abajo el propio asteroide donde vivía, pero tal vez alguien se había cansado del "reinado" de T'Loak, y estaba sirviéndose de todo lo que pudiese para ponerle fin lo antes posible. Y ocupar su puesto con un escamado y gordo culo de krogan.

- Sea como sea, llévatelas o haz con ellas lo que quieras. Ya no es algo que nos incumba, y además, me dan mala espina. Cuanto antes nos deshagamos de eso, mejor. - Le indicó, haciendo un gesto con la mano y señalando al exterior de la nave. - Me pondré en contacto con Garra Negra lo antes posible, tú encargate de que ese hijo de puta venga aquí, y... solo quedará ver como se desarrolla todo. Y ni se te ocurra jugármela, Turak, o te aseguro que os arrastraremos a tí y a ese cabrón al infierno, junto a nosotros.

Extendió el brazo, para estrechar sus manos y dar por cerrado el trato y aquella conversación. El drell y el turiano se miraron, aún más confusos que antes. Aún tenía mucho que explicarles.

El krogan trataba de desentrañar que era aquél dispositivo que tenía frente a él, al igual que el humano junto con su escolta. Todo apuntaba a algo que no pintaba bien, no había duda, pues si de algo entendía el gigante de Tuchanka era de armas o de cosas que podían estallar. ¿Qué era lo que quería Garra con todo aquello? No tenía la más mínima idea, pero su jefe no iba a vivir lo suficiente para poder usar su nuevo juguete. Eso no estaba contemplado en los planes de Turak.

- No tengo ni idea de qué se trata ni qué es lo que Garra se trae entre manos, pero sea lo que sea, escapa a todo lo que he visto en cuanto a explosivos. - añadió sin poder esclarecer demasiado el tema, preguntándose aún que propósito tenían aquellos dispositivos. Lo único que hizo fue cerrar el maletín con sumo cuidado y volver a tomarla bajo su musculado brazo, asegurando que se la volvería a llevar.

En su cabeza ya varias posibilidades estaban siendo calibradas, medidas y sinceramente veía la empresa de aquél colectivo bastante distante de lograr un resultado limpio. No se iba a engañar por muy bien que hablase su capitán por ellos, dudaba de su valía y ya daba por hecho que alguno de ellos morirían antes de ver salir su querida nave de Omega. Pero no le quedaba otra sino confiar en que las habilidades que había pulido y perfeccionado con los años cazando a sus presas. Turak se dirigió maleta en mano hacia la rampa, abandonando el refugio de la Valkyrie y dispuesto a reunirse con Garra Negra para evitar más sospechas de las necesarias. Las últimas palabras del capitán humano le detuvieron, amenazante e inquisitivo, haciendo que el krogan se girase hacia él una última vez viendo como éste le tendía la mano.

- Cumple con tu parte y yo lo haré con la mía. Deberías preocuparte por no ser tú el que me la juegue, porque entonces seré yo el que os dé caza para serviros en mi desayuno. - gruñió y resopló el gigante acorazado a la advertencia del mismo modo, atrapando con fuerza la mano de Winters y estrechándola con fuerza por un instante antes de volver a soltarla.

Bajó la rampa de la aeronave haciendo a un lado a los tensos subordinados para dirigirse al gran contenedor en el que había venido la mercancía robada, tomar la otra gemela idéntica a la que portaba y montarse en la lanzadera en la que había venido. De nuevo iba a ese oscuro agujero, donde le esperaba su jefe a la espera de la hora del encuentro acordado. Pero en el interior de la escamada cabeza de Turak solo se martilleaba un único pensamiento...