Let it go [11/03/2180] (Omega)

Sus pasos la llevaban hacia ningún destino, siguiendo una dirección que ignoraba y con la única certeza de que fuera adonde fuese, sería lejos de la Valkyrie. Lejos de su casa. Lejos del único lugar que había conseguido hacerla feliz y sentir que encajaba en algún sitio. Había vuelto la inseguridad. El no saber. La incertidumbre se adueñaba de ella con cada nuevo paso, enfrentando únicamente las tinieblas que sin la luz que emanaba Jason, seguían apoderándose de todo su alrededor, dejando únicamente resquicios en formas de pasado. Recuerdos de cuantas veces estuvieron en la roca en la que se encontraba y que en vez de ayudar a superar la situación, se clavaban en su pecho como esquirlas de hielo. Se había convertido en quien poco antes había sido el foco de su odio. Se había convertido en nada. En una persona odiada en un lugar olvidado. Completamente sola.

Miró hacia el rótulo de luces de neón como si lo hubiera presenciado durante toda su vida, ignorando por qué sus piernas la habían dirigido hasta allí. Desde que tenía memoria había preferido evitar ese sitio. Pero esta vez era diferente. Esta vez el destino carecía de importancia, pues cualquiera servía a sus propósitos. Por lo que abrió la puerta y entró.


Una bocanada de aire viciado le dio la bienvenida, junto a una música techno que apenas le gustaba pero que agradecía por imposibilitarle el pensar en lo que había ocurrido. Se acercó a la barra con seguridad, obviando a todos los que allí se encontraban. En otro momento hubiera estudiado a cada persona. Hubiera conocido la peligrosidad del lugar con un simple vistazo a sus armas o a su forma de actuar. Pero de nuevo, esta vez era diferente.

- Lo más fuerte que tengas. - Un gesto afirmativo del salariano fue suficiente, observando seguidamente el por qué de que aquella raza hablara tan rápido. El recuerdo de Hokam y las veces en las que se había reído con él y de él apareció repentinamente, enviándolo al olvido casi al mismo instante.

El golpe de vidrio contra metal resonó por encima de la música que llegaba a sus oídos, obligándola a mirar hacia la dirección en la que el camarero había depositado su bebida. Con su mano de tres dedos asió el vaso y lo abocó donde su boca se unía a unos filtros inteligentemente colocados y que hacían el aire respirable para ella, pero solo para esa función. El líquido cayó aleatoriamente tanto dentro de su boca como fuera de ella y sin importarle el no haber colocado los filtros adecuados para beber en aquel lugar, tragó.

El tiempo lentamente iba pasando mientras los vasos vacíos se agolpaban en la barra, desapareciendo poco a poco todo el dolor que sentía. Todo rencor o sentimiento que había colapsado su mente. No quedaba nada, solo un frío mortal y un silencio sepulcral. Sus ojos tras un visor polarizado ni siquiera expresaban vida. Era como si cualquier tiempo pasado no hubiera existido. Como si el cúmulo de emociones que segundos antes había sentido hubiera llegado a un nivel que ninguna persona pudiera soportar y todo el sistema nervioso se reiniciara para no sufrir daños permanentes. El cuerpo de Shadi era un cascarón vacío sin sentimientos ni emociones en un lugar donde podía ocurrir cualquier cosa.

Su posición en la barra había ido decayendo con el paso del tiempo y de forma literal, llegando a tener la cabeza apoyada horizontalmente para observar como los seres de cuatro ojos mostraban sus dientes puntiagudos cada vez que articulaban una palabra. Era cierto que Shadi consideraba que habían especies incluso más feas que a la que pertenecían aquellos tipos, pero sin lugar a dudas estaban en fiera competencia para conseguir el primer puesto.

Escuchó la conversación de los batarianos con desinterés, como un ruido ambiental del que se ignora su procedencia y que no por ello fuera a desaparecer. Sus voces incluso más ruidosas que la música resultaban casi imposibles de obviar. Aun así, lo que hablaban le resultaba más interesante de lo que podía encontrar dentro de su cabeza en ese momento, por lo que el repentino empujón la cogió por sorpresa, agarrándose con un brazo a la barra y tirando la bebida por el camino.

Apenas entendió una de las palabras de disculpa cuando se levantó para encarar al batariano, cogiéndolo por la pechera amenazadoramente. Varias palabras escaparon por los filtros que separaban a la quariana de una muerte segura, pero entre el ruido de la música, su estado de embriaguez y la voz distorsionada, no se entendió absolutamente nada.

Seguidamente y tras acabar de hablar, empujó con el mismo brazo al ser que tenía enfrente.

Observó el avance de la situación con todo el desinterés que era capaz de mostrar. Quizás en otro momento la actuación del turiano que se las daba de caballero de brillante armadura le hubiera resultado graciosa o incluso irritante, dependiendo de su estado anímico. Pero en ese momento lo único que la separaba de ser ella misma era su visceral indiferencia ante lo que ocurriera en aquel lugar.

- A ti qué te importa - Su estado de embriaguez era notorio al articular cada una de las palabras, pero la diferencia con antes es que al menos esta vez se hacía de entender.

Cogió el vaso que le había dejado en la barra y vertió todo el líquido donde debería de encontrarse su boca, derramando parte de este por el lateral de su visor y por el cuello del traje medioambiental. Seguidamente, volvió su mirada hacia el turiano que se encontraba junto a ella.

- Maté al piloto de nuestra nave. - Se encontraba apoyada en la barra como si nada de aquello le afectara y en vez de hablar de un asesinato a sangre fría, fuera sobre cualquier tema trivial de un trabajo de oficina. - Lo conocía desde hacía años y aun así le disparé dos veces en el pecho y uno en la cabeza. Éramos como una familia, y aun así no sentí nada. Lo deseaba muerto por lo que había hecho. - Ni siquiera ella misma sabía por qué le estaba contando todo aquello. - Después de eso, el capitán al que conozco desde que tengo memoria y al único que confiaría mi vida sin planteármelo antes, me expulsó de la nave. Me tiró como si fuera un desecho. - Se calló momentáneamente antes de seguir. - Y aquí estoy. En un lugar que odio con gente que detesto. Bebiendo algo que no sé si puede matarme. - Levantó uno de sus dedos para señalar al salariano de que su bebida estaba otra vez vacía, sin apenas mover la cabeza y segura de que nadie sabía hacia donde miraba.

Sostuvo la cabeza en el brazo que tenía apoyado horizontalmente en la barra, observando en toda su altura al turiano y escuchando lo que tenía que decirle. Sabía a qué se refería, y realmente no necesitaba nada de aquello. No necesitaba que alguien que conocía desde apenas un minuto estándar le dijera lo que debía sentir. Mucho menos que le dijera que tenía que pensar en ella misma por encima de los demás, cuando la mayor parte de su vida era lo que había hecho.

Soltó un suspiro de incredulidad con la última frase. Si de algo estaba segura con aquel sitio, es que era peor que cualquier otro lugar en cualquier otro rincón de la galaxia conocida. Y la sola mención de Omega como el paraíso que intentaba venderle la obligó a sonreír bajo el visor que ocultaba completamente sus facciones. Si era sarcasmo o no, le resultaba imposible de descifrar.

Cogió la bebida con su mano libre y la levantó para brindar contra la nada, como si un vaso invisible hubiera sido posado entre ellos por el camarero. - Keelah se'lai. - Siguió el mismo ritual que había precedido con las anteriores y volvió a dejar el vaso vacío sobre la barra.

Miró hacia la dirección a la que había señalado aquel extraño turiano. Una cosa era invitarla a una bebida, y otra muy diferente indicarle las personas con las que tenía que contactar si quería ganar unos créditos de forma aparentemente ilegal. O ese camarero tenía alguna ganancia con aquello, o realmente Omega había cambiado para que algunos filántropos se dedicaran a limpiar las barras de tugurios como ese. Fuera como fuese, era verdad que no tenía nada que perder.

Elevó ligeramente los hombros en un gesto de indiferencia y activó con torpeza su omniherramienta, pagando seguidamente al camarero con un movimiento ensayado por tantas repeticiones. No le preguntó su nombre, ni siquiera le agradeció lo que había hecho por ella. En vez de eso, se dirigió hacia la mesa en la que supuestamente podía encontrar un trabajo que ni siquiera buscaba, sintiendo por primera vez los síntomas de todo lo que había bebido hasta el momento al notar como la percepción de las distancias cambiaban drásticamente.

Subió las escaleras sin tropezar con ningún escalón, algo que resultaba claramente meritorio, acercándose luego con seguridad a la mesa donde la bailarina contoneaba sus caderas con movimientos que le provocaban incluso envidia. Si hubiera podido hacer algo así en mitad de algunos tiroteos, no podía ni analizar las veces que podría haber evitado que una bala perforase su traje.

Cuando se quiso dar cuenta ya se encontraba frente a la mesa, sin haber estudiado previamente a los asistentes con los que iba a tratar, y con la impresión de que era demasiado tarde para hacerlo. Se sentó en una de las sillas que había vacías y apoyó las piernas en la mesa que también servía como escenario de bailes lujuriosos, entrecruzando los brazos sobre su pecho.

- Hey bosh'tet, he oído que pagas bien. - Se dirigió al que estaba sentado en el lado contrario de la mesa.

Observó uno a uno a los integrantes de aquella reunión, fijándose primeramente en el que tenía en frente. El aspecto de ese humano evocaba recuerdos de cuando tenía que ganarse la vida como el arma de alguien y no por unos ideales que defender. Volver de nuevo a aquel estilo de vida era sin lugar a dudas un paso gigante hacia atrás. Hacia un destino oscuro sin luz ni esperanza. Seguidamente detuvo la mirada en quien llevaba una capucha en mitad de un club nocturno. Solo alguien conocido se escondería tras una indumentaria que haría sospechar hasta a un pyjak. Resultaba evidente que el único deseo de aquella persona era la de pasar desapercibida. Por suerte para él, a ella no le interesaba en absoluto quien fuera o lo que hubiera hecho. Por último, analizó al batariano y sus armas, obviándolo como alguien sin importancia en el círculo.

Tras la orden del que parecía ser el jefe del grupo, se quedó mirando con desinterés el cuerpo de la Asari, viéndola marcharse como quien percibe por el rabillo del ojo que su mascota se dirige a otra habitación durante una celebración. A continuación, centró de nuevo la vista en el humano de la visible cicatriz en la cara.

- ¿Una prueba? - Soltó una distorsionada carcajada que hizo convulsionar todo su cuerpo. - No estoy aquí para pruebas. - Apartó las piernas de la mesa, colocándolas abiertas frente a sí para poder inclinarse hacia adelante, con los brazos aun entrecruzados. - Soy lo que necesitas en este momento. Y serías un bosh'tet si no lo supieras. - Apoyó la espalda de nuevo en el asiento y cruzó las piernas.

- No. No sé quienes sois. - Miró con interés la bebida que la asari había colocado frente al batariano, sopesando los pros y los contras de beber algo que sabía que su cuerpo no toleraría. Desde muy joven aprendió que solo lo concerniente a los turianos no era tóxico para su especie, pero realmente nunca llegó a comprender la razón o incluso qué llegaría a ocurrirle si elegiese rebelarse contra aquella norma. Y la única persona que podría explicárselo con palabras que ella supiera interpretar se encontraba en la enfermería de una nave que nunca volvería a pisar.

Con un leve movimiento de cabeza decidió no seguir sus continuos y erróneos instintos y volver a centrar la poca atención que poseía en el humano de la cicatriz en la cara. Pese a la poca luz que había en ese antro, podía apreciar que tenía cada ojo de un color diferente. Durante toda su vida se había encontrado con distintos individuos de la misma especie que él, pero nunca con esa peculiaridad. En otra situación le hubiera preguntado si eran falsos o si tenía algún tipo de enfermedad, pero ese no parecía el momento adecuado.

- Tampoco me interesa lo que hagáis. - Desvió la mirada hacia el encapuchado y de nuevo al que parecía el jefe, obviando al batariano como si no tuviera ninguna importancia en la reunión. - Solo tengo interés en ofrecer mis servicios, siempre que la cantidad en créditos sean suficientes por la molestia. Y parece que él sabe de qué servicios hablo. - Señaló al miembro más misterioso del círculo con el dedo que podría considerarse el pulgar de una mano humana. Por la primera y única frase mencionada por él, daba la impresión de que la conocía, lo cual producía un interés del que antes carecía.

Movió la mano haciendo saber que aquella palabra no le producía ni una ligera molestia. Durante toda su vida había formado parte de diferentes grupos de mercenarios, y había conseguido ser odiada por una multitud incluso mayor. No era la primera vez que la llamaban puta, y mucho menos pensaba en que fuera la última. La palabra incluso había dejado de tener un significado vejatorio para ella.

Esperó a que acabase. Sin inmutarse. Sin mover ninguno de sus músculos y manteniendo fija la mirada en la cara del hombre que se hacía llamar Jaeger. Ni siquiera la molesta voz del batariano consiguió sonsacarla del que consideraba verdaderamente importante, como si el ser de cuatro ojos no fuera más que una mascota que buscara la atención de su amo.

- No esperéis ninguna. - Seguía con los brazos y las piernas cruzadas como si la conversación que se llevaba a cabo fuera tan trivial como una reunión entre amigos. - Si alguien decide que vuestra cabeza vale más con un agujero de lo que vosotros pagáis por mantenerla intacta, entonces tendréis una historia que no contaréis a vuestros nietos. - La mirada cambió de Jaeger a la persona encapuchada con un leve y casi imperceptible movimiento de cabeza. - Claro que eso ocurrirá siempre que no paguéis más que la otra parte. Por lo que si alguna vez tengo una oferta interesante, será mejor para vosotros que la mejoréis. - Abrió las piernas y apoyó los codos en ellas, inclinándose hacia adelante en una posición ligeramente parecida a la del humano y centrando de nuevo su mirada en él. - Aunque visto de otra manera, eso se podría considerar incluso fidelidad, ¿no crees? Al menos os estoy dando la opción de hacerlo. -

let it go

El humano dejó de apoyarse sobre la mesa para apoyar su espalda en la silla, con gesto claro de perder el interés en la conversación. Una mueca de disgusto se dibujó en sus labios y entonces miró al batariano, esperando que éste dijese algo propio de él. Sin embargo, él también guardó silencio. La música pareció sonar incluso más alto, y la vibración se sentía en cada uno de los elementos mobiliarios de la sala incluido el metálico suelo. Sha continuaba hablando pero ni tan siquiera su última alegación hizo que Jaeger volviese a tomar interés en la conversación. - Además de puta, cara. Con esa carta de presentación no llegarás muy lejos. Aunque he de admitir, que tu sinceridad es aplastante. Mejor menos alcohol para la proxima vez.– Jaeger alzó las cejas y apretó los labios en una fina línea. – No nos interesa… - El batariano negó con la cabeza apoyando sus palabras. –  Hay demasiado en juego. - Se inclinó hasta el humano actuando éste de la misma manera, susurraron algo que Shadi no lograba alcanzar a oir con el ruido ambiental. Jaeger se separó levemente mirando al batariano y tras un instante de silenció, asintió con la cabeza cerrando los ojos volviendo ambos a sus respectivas posiciones. – No creo qu… - ¿Y cuál es tu precio? – La voz sonó tajante de debajo de la capucha. Jaeger y el batariano le miraron con cierto gesto atónito, pero ninguno de ellos se atrevió a replicar la pregunta del sin rostro. El tipo ni siquiera se dirigía a ella, no lo necesitaba para captar su atención. - Por qué tendrás un precio, ¿No? Imagino que, despues de todo, en la dísir pagaban bastante bien para disponer de tu plena fidelidad.

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Apenas comprendía lo que le había dicho aquel encapuchado. ¿A qué se refería con la Dísir? Sabía que no estaba al cien por cien de sus cualidades como para asegurar algo, pero aun así, no recordaba haber escuchado el nombre de esa nave en ningún momento de su vida. Mucho menos haber formado parte de su tripulación. Quizás era solo un farol. Una forma de ver si estaba mintiendo o no. Lo más probable era que estuviera hablando con un tipo que ni siquiera la conocía y la estuviera confundiendo con otra persona. Aunque quizás solo era alguien sin importancia dando palos de ciego para llamar la atención.

La respuesta a la pregunta del encapuchado fue una suma en créditos considerablemente alta. Más que la gran mayoría de los mercenarios que frecuentaban aquella roca. Más incluso que muchos mercenarios más famosos que ella. Y aun sabiendo que las posibilidades de ser rechazada eran realmente altas, también sabía que ellos la necesitaban más a ella de lo que Shadi necesitaba aquel trabajo.

- Ese es el precio por un contrato terminado. - Apoyó de nuevo la espalda en el respaldo del sillón y entrecruzó las piernas para acomodarse. - No trabajo de guardaespaldas o de nada que cualquier matón que encontréis por la calle podría hacer en mi lugar. Solo me encargo de acabar con gente importante o de misiones que el resto de bosh'tet no tiene cojones de aceptar. - Tendió la mano hacia el encapuchado sin moverse de su posición. - ¿Te parece bien? -

let it go

- Lo sé. – Sentenció el encapuchado a su pequeño discurso a la vez que asentía con la cabeza varias ocasiones a la vez que parecía meditar. – Esta bien. -  ¿Está bien?  – El batariano hizo amago de levantarse apoyándose sobre la mesa con un poco más de fuerza de la debida. –  No sabemos nada de ella, y desde luego.  – Miró a Sha. – Su presentación ha sido una puta mierda. Dudo que esta canija sea capaz de hacer algo más que sostener un arma… El humano levantó una mano lo suficiente para hacer callar al batariano, que tras mirarle cerró la boca sentándose de nuevo. El humano miró desafiante a Shadi, su mirada a diferencia de la de hacía escasos minutos era sombría, la simpatía que había despertado ya no estaba. - Está bien, si Anahk da el visto bueno, no hay nada más que hablar. Ya sabes que no se equivoca, y si lo hace, acarrea con las consecuencias. – El batariano se calmó un poco.- Pagaremos, y tú, cumplirás con tu parte. Estate preparada en catorce horas, lo que hagas mientras tanto, no nos interesa. - Procura no meterte en líos o llamar la atención, no queremos que nadie se fije en ti y por ello, en nosotros. – Su tono se había suavizado notablemente. Estaba claro que él no era el líder de aquella extraña cuadrilla, sin embargo, tampoco tenía pinta de ser un mercenario más. - No somos más de los que ves aquí. – Estiró sus manos en horizontal a cada uno de sus compañeros a modo de presentación. Sha fue consciente de que pese a que alrededor había más gente, ninguno de ellos había interactuado con el grupo en particular. El resto posiblemente ni les conocía. No era una gran banda organizada, pero su capacidad aún estaba por ver. - En su momento, te daremos las indicaciones necesarias. Espero que lleves poco equipaje, tu tiempo en el asteroide se acaba. – Se rascó la nariz con el reverso de su mano, y una mueca se dibujó en sus labios. - ¿Alguna pregunta más bosh'tet?

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