El valor de los viejos amigos [06/03/2180] (Gozu, Omega)

Cuando lo vio, a lo lejos, la joven levanto la mano como un movimiento ligero, desplazando la mascara que cubria la parte inferior de su rostro y apartandola para dejarla colgando de una de las hebillas de su cinturon

Adali tenso la mandibula un momento, mirando a un lado a otro para asegurarse de que nadie se estaba fijando en ella mas de lo necesario (quiza preocupada por haberse quitado la mascara, quiza por que lo hacia desde que habia salido de "casa"), y despues siguio andando en direccion al local, sonriendo cuando el Salariano se levanto de la caja. Lo abrazo casi con el mismo cariño y entusiasmo, e incluso hizo el amago de besarlo en cada mejilla con un gesto tranquilo y natural poco antes de que se apartara y rodeara sus hombros con un brazo mientras seguia dejando que proliferara aquella dichachareria que parecia hacerlo tan particular, y que a la joven mercenaria, no le molestaba lo mas minimo.
La Asari era de las mujeres que siempre agradecian vientos frescos, viniesen de donde viniesen mientras fueran exactamente eso. Vientos frescos y distinguidos.

Acompaño al Salariano, aprovechando que casi la habia aprisionado bajo su brazo al rodearle el cuello con el para sujetarlo por la cintura y no desequilibrarse mientras reia y avanzaban, con la falda hondeando detras de ella.

La Asari le miro a los ojos con una sonrisa agradable cuando se aparto de ella para observarla.

- No... no... -rio, apenas un poco mas fria-  Ulric y Roland no han venido conmigo... de hecho es muy posible que el primero y yo nos encontremos en un buen lio...

Adali fruncio el ceño.

- ¿No oiste que perdimos la nave? -le pregunto, con cierta tristeza y curiosidad natural, como si la joven muchacha no quisiera interrumpir la alegria de su acompañante con aquella pregunta, pero como si tampoco estuviera dispuesta a engañarle para ello-  Ya no hay grupo, al menos como antes. Pero no te preocupes... son tipos duros.

Adali rio, sin dejar de mirar al Salariano ni dejar de sonreirle con afecto, intentando quitarle algo hierro al asunto. La joven le dio un golpecito en el hombro con cariño.

- No queria interrumpirte oye... -le dijo, a medio reir y haciendo un leve gesto hacia el batariano- Termina tus asuntos si quieres, yo puedo esperarte, no hay prisa.

Al menos... preferia creer que no.

Adali siguio al Salariano hasta el interior del local mientras echaba un rapido vistazo a los tipos que se marchaban con una ligera expresion de preocupacion en el rostro, no por que no estuviera a gusto, o sintiera alguna inquietud que la obligara a mantenerse alerta, si no por que, mas bien, la joven muchacha sentia algo de lastima por haber interrumpido los asuntos o los negocios de su compañero. De todas formas, sabia tambien que por mucho que le insistiera no iba a hacerle mas caso por un asunto que en el fondo no debia ser tan importante, por mucho que ella se lo tomara en serio.
Con un vistazo rapido y poco interesado Adali volvio a tener la extraña sensacion de que estaba en el garito de Gozu, pero de que hacia mucho tiempo que no habia pasado por alli. Y mientras lo escuchaba, la Asari se daba cuenta de que en realidad quiza no era el tiempo que se habia separado de aquella habitacion (que en el fondo, no habia sido tanto), si no mas bien, la habilidad que tenia aquel tipo para dejar las cosas iguales, pero totalmente diferentes.

Adali bajo la cabeza un momento, mirando al suelo antes de volver a contemplar al Salariano. Tenso los labios, arqueando las cejas un momento mientras su mirada brillaba durante un pequeño instante con un deje pesado de un recuerdo lejano. Quiza era por alegria, por sencilla memoria, o por nostalgia, algo que, por otro lado, ni siquiera habia importado a la Asari mientras lo sentia.
Suspiro, sonriendo al Salariano y acariciandole un momento el hombro antes de que se diera la vuelta y se apoyara en uno de los respaldos de las sillas del local, de cara a  su acompañante.

Volvio a hablar, tranquila y melodiosa, con la clase de confianza que despiertan los años, el trato, y la verdadera sensacion de sentirse a gusto y en buen lugar con otra persona, por mucho que el trato sea semejante entre un prestamista, y un mercenario.
En mi tierra, a los mercenarios se les llama "perros de la guerra", y tu no eres un perro querida...

-Gracias Gozu... Eres un encanto. -le dijo, sonriendole con cariño cuando escuchaba como le cedia el tiempo

Suspiro, torciendo los labios y encogiendose de hombros ante su ultima pregunta. Naturalmente, Adali no parecia demasiado preocupada (nunca parecia demasiado implicada en lo que hacia), pero quiza, para el Salariano, tampoco estaba demasiado tranquila.
Le miro.

-La nave esta hecha añicos, un crucero la destruyo en un combate en los sistemas de Terminus, ya no hay Red Shadow, por eso ya no podemos hacer nada. -la Asari fruncio el ceño- El problema es otro, ayer Ulric y yo nos despedimos, cada uno por nuestro lado, y decidi ir a tomarme un descanso con algo del dinero que aun me queda antes de pensar que podia hacer... Pero ni siquiera habia amanecido cuando se presento un tio exigiendo mis servicios, y me negue, unas horas despues, llame a Ulric para ver como estaba, y me respondio otro hombre que tampoco conozco dandoselas de mandamas, y exigiendo de nuevo mis servicios, esta vez, con la cabeza de Ulric como pago si me negaba.

Adali se incorporo, cruzando los brazos.

-Esto no lo hacen mercenarios, no por que no quieran, si no por que ni siquiera tienen huevos. O es una compañia, o es alguna de las mafias que hay circulando por Omega, la verdad es que no me importa, lo que quiero es que muerdan el polvo, sean quienes sean. -La joven espero unos segundos, tomando aire antes de suspirar- Pero no me la puedo jugar... Menos si tienen a Ulric, y si no has oido nada... creo que tampoco puedes decirme quienes son, asi que estoy jodida.